El modelo Montessori no es como las clases normales donde el profe habla y tú solo copias. Es más como aprender haciendo cosas reales, con materiales que te ayudan a entender mejor lo que estás aprendiendo. Te dan libertad, pero también te enseñan a ser responsable.
Una actividad típica es la de los sentidos. Por ejemplo, te ponen a clasificar objetos por color o textura, y eso te ayuda a afinar tu observación. También hay bandejas con arena para que escribas letras, y hasta cajitas con olores o sonidos. Suena raro, pero en serio te ayuda a aprender sin tanto rollo.
En matemáticas, en vez de estar llenando hojas de sumas, usas materiales físicos como perlas y barras de colores para hacer operaciones. Tú ves y tocas los números, así entiendes mejor qué significa sumar o dividir.
En lenguaje, todo es más libre. Usas letras móviles para formar palabras, trabajas con tarjetas con dibujitos y arman frases o cuentos. No es solo repetir, sino expresarte.
También está el tema del cuidado del entorno. Te enseñan a barrer, a regar plantas, a preparar tus snacks. No es porque te quieran poner a trabajar, sino para que aprendas a cuidar lo que te rodea y seas independiente.
Y una de las partes que más se usan es lo que llaman “vida práctica”. Ahí aprendes cosas que sirven para tu día a día: abotonarte la camisa, servir agua sin botar, doblar tu ropa. Cosas simples pero que ayudan mucho.
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